
Ella era la chica que todo hombre quisiera tener por pareja. Sus labios seductores, ojos que ocultaban un misterio embriagador y un cuerpo que no era exactamente el mejor, pero si el que me volvía loco. Me dijo una vez, que el momento exacto seria cuando estuviera lista y segura; aunque las ansias me consumían, no logré más nada que esperar. Nada fue planeado como imagine seria con ella; al contrario todo fue inesperado y encantador.
De un simple beso comenzó todo. No había experimentado lo bueno que era desabotonar la camisa de una chica; era tan satisfactorio que lo hice lentamente. Del impulso caímos sobre la cama. Estábamos completamente desnudos.
- Quiero algo especial y único – me susurró
Esas dos importantes palabras, en esa oración hicieron que mi mente volara rápidamente.
Tomé una pluma de su almohadón preferido. Y recorrí con ésta, cada centímetro del cuerpo de Karla, cada rincón que ni ella misma sabia que existía, cada curva, cada sentimiento y pasión que de ella exhalaban.
- Ahora quiero que seas tú – En realidad la oía diferente.
Deje que la pluma resbalara de mis dedos, y me acerqué completamente a ella. Mis labios acariciando los suyos, mi piel junto a la suya, un parte de mí en ella, y nuestra pasión unida en un sinfín de emociones encontradas. En un torbellino de exaltaciones.
Todo sucedió suave pero satisfactoriamente.