lunes, 3 de agosto de 2009

Culpable

Suspiré una y otra vez. Y aunque lo hiciera mil veces, no lograría despejar mi mente. Mi mente, la cual estaba sumida en un abismo lleno de culpas y venganza. Quería y logré vengarme, una venganza que por más satisfactoria que pareció al momento, luego se había convertido en un vacio en mi interior. Las manos me temblaban. La cabeza me dolía fuertemente, mis pensamientos estaban inmersos en otro mundo. El sudor frió corría por mi frente, y yo trataba disimuladamente de que cediera, pero se me hacia imposible. Tenía la boca seca, sin saliva. Mis labios parecían las grietas de esas paredes antiguas, de las casas coloniales. Los bellos de los brazos y la espalda, estaban erizados, y realmente hacia un calor infernal.

- ¿Me podría explicar como apareció esa mujer enterrada en su jardín? – el oficial formuló esa interrogante con un tono de completo acoso