martes, 18 de agosto de 2009

¿Amar?

La habitación estaba entre sombras, Francisco sólo descansaba mientras observada y detallaba el techo. Marina dormía apoyada sobre su pecho. El sudor corría por ambos cuerpos. El sexo había estado salvaje. Tenían 3 años estando juntos, aunque no casados. Ella tenía 35 y él 40. Sus encuentros eran apasionantes y llenos de deseo. Ella lo seguía amando con locura, mientras él solo disfrutaba el momento. El hermoso y conservado cuerpo de Marina estaba lleno de moretones y golpes, además del silencio y el temor que lo recorría. Ella aún conservaba las primeras cartas que él le envío, las primeras rosas rojas que también le llevó, pero todo cambió y ella de esa manera lo aceptó. Ella simulaba dormir, pero junto a él eso jamás era posible. Marina soñaba con un nuevo, un nuevo amanecer donde el trato fuera especial, esperaba cada día poder reír junto a él. Pero Francisco acostumbraba a excitarse de una manera brutal y grotesca.