miércoles, 5 de agosto de 2009

Amargo

Sirly escuchaba el crujir de las botas al pisar el piso de madera. Estaba escondida bajo la cama, se encontraba sola, desamparada, sin que nadie la pudiera defender. Abrazaba fuertemente su vieja y sucia muñeca de trapo, era su única aliada y amiga. Sus dientes superiores chocaban con los inferiores; estaba temblando. Tomaba el delantal de su vestido azul claro, y se lo llevaba al rostro para secarse las lágrimas. Tenía el cabello despeinado. Sus hermosos ojos verdes, habían pasado a convertirse en unos de color oscuro, que reflejaban una mirada funebre, llena de cansancio, odio, temor, rabia, injusticia, impotencia. Tenía los sentimientos y el corazón lleno de heridas profundas. El sonido de las pisadas, se escuchaban cada vez más cerca, la sombra se acercaba. El piso estaba sucio, y ella no pudo evitar estornudar. Ahora era la figura de un hombre la que se asomaba por debajo de la cama. Sirly gritó fuertemente cuando éste la tomó por el cabello.

Su padrastro venia nuevamente para abusar de ella…