lunes, 27 de abril de 2009

La Vida

La vida, una palaimagebra simple de pronunciar pero difícil de mantener. Los momentos felices con nuestros allegados, hacen que nuestra vida tenga emoción, diversión. Los recuerdos de aquellos momentos que vivimos son lo único que nos puede quedar en un futuro. Saber que hicimos lo suficiente para que nuestra vida, haya valido la pena al 100%. Una vida llena de alegría, donde la tristeza y la melancolía se asomaron como natural solo un par de veces; pero supimos afrontarlas con valentía. Hay que tener una vida con orgullo, con serenidad, tranquilidad y la paciencia que es la clave de todo. Tal vez hagamos sacrificios, pero estos darán frutos en un futuro no muy lejano. Los errores son simplemente errores, los cometemos como todo ser humano, pero recuerden que Perdiendo también se gana. Lo importante es que si caemos la primera vez, trataremos de que la segunda vez no caigamos de nuevo en ese error. Porque ningún ser humano es perfecto, nadie puede decir que su vida no tiene pecados, que jamás ha cometido un error; es incorrecto, ese individuo se está mintiendo a si mismo. Por eso debemos vivir cada día, como si fuera el último de nuestra existencia en este mundo. Porque la vida se puede ir en un abrir y cerrar de ojos, y no tendremos la certeza de haber hecho lo imposible para tener una vida armoniosa.

La vida simplemente se basa en experiencias y recuerdos…

Deigar Miranda

miércoles, 22 de abril de 2009

Soledad

La luna es mi úniimageca acompañante en la penumbra que invade mi habitación. Los libros; mi únicos amigos, la ciudad frente a la ventana, mi única visión. El futuro mi única ilusión. La confianza mi única esperanza. Su regreso mi única salvación. Mis sentimientos plasmados en papeles inútiles que no serán leídos por nadie. Mis metas fracasadas en la mente. Las palabras dichas de lo más profundo del corazón borradas por el injusto tiempo. Afectos y ternuras que se han convertido sólo en estremecimientos a punto de caducar. Muchas palabras que no lograron ser dichas. Pasiones dejadas en besos de amores adolescentes. Emociones vaciadas en lugares donde no serán retomadas por nadie. Devociones descartadas por malinterpretaciones. Apegos arrinconados en ojos cariñosos. Entusiasmos provocados por pocas palabras. Delirios convertidos en locuras.

El alba abrigando mi melancolía.

Deigar Miranda

lunes, 13 de abril de 2009

Aquella Noche

Lunanueva-LLuviaFedericoGLorca710 Los árboles, sus ramas y hojas disfrutaban y padecían, de aquella tempestad que estaba cayendo. Las aves que hace solamente horas atrás cubrían todo el cielo ya se habían refugiado en algún lugar solitario de la ciudad, donde no pudieran ser sacadas por cualquiera. Los padres que llevaban sus hijos a pasear con la mascota por el parque, ahora estaban en su casa junto a la chimenea reconfortándose con el calor de la llama que se producía con la ayuda de leña. Eran altas horas de la noche, la lluvia había ahuyentado a todas las personas que visitaban el parque horas atrás. Un momento perfecto para los dos; ella me esperaba sentada en el banco de concreto que se situaba al lado de un inmenso árbol, con muchas raíces, cientos de hojas y ramas.

Vestía un jean, zapatos deportivos negros, una camiseta blanca y una chaqueta de color negro, se veía sencilla pero hermosa, algo que la caracterizaba siempre como una chica esplendida. Ella giraba su mirada de un lado a otro por todo el espacio, creo que pensó que tal vez no llegaría, aunque se notaba totalmente desapercibida de la lluvia que bañaba su cuerpo, mientras yo me acerque lentamente y sin hacer ruido por su espalda, le cubrí los ojos con mis manos y le bese la mejilla. Ella se sorprendió pero con su delicadeza se quedo inmóvil. Le tendí mi mano, ella la tomo, sentí su piel fría, y nos dirigimos silenciosamente por el césped, pisado completamente por los que transcurrían en ese lugar a cada rato. Dimos un paseo suave por todo el espacio tomados de las manos y por primera vez nuestras miradas dejaron de evadirse; nuestros cuerpos estaban totalmente empapados. Los columpios se movían a causa del viento que los aventeaba, los grandes orificios de los toboganes descargaban montones de aguas que caían por su parte superior; todo era tranquilo y paciente como nos gustaba siempre. Luego regresamos hacia aquel banco al lado del árbol inmenso donde ella me esperaba hace media hora antes; aún el silencio que acostumbrábamos siempre, seguía reinando entre nosotros, no desaparecía y era lo que se quería lograr aquella noche.

El silencio siempre había sido el triunfador en todos nuestros encuentros, a lo mejor como éramos muy similares de personalidad, en cuanto a que solíamos ser callados, reservados y silenciosos. Al estar parados frente al árbol de muchas ramas, cientos de hojas y numerosas raíces que suponía podían llegar a kilómetros debajo de la tierra. Nos detuvimos, nos soltamos de la mano, la gire y quedo en posición de espalada hacia el árbol, aparte algo de cabello que se había colado en su cara por el viento, y acerque mis labios delicadamente para que se adentraran en los suyos. Sus labios eran fríos, delgados, algo tensos al principio pero luego suaves y relajados, sus manos se levantaron hacia mi parte superior, donde las sentí en mi cabellera, las mías seguían inmóviles en su cintura. El beso no pudo haber durado más de 5 minutos, pero fue lo suficiente para que se creyera y se sintiera tenso, suave, ligero y lento. Nos separamos delicadamente uno del otro, acaricio mi rostro con sus manos frías y yo tome la suya con mis manos, y nuestras miradas se encontraron por segunda vez. Sus ojos azules destellaban mas brillo que nunca. Las palabras aquella noche sobraban, porque cuando los sentimientos se unen todo lo demás queda omitido.

Deigar Miranda

jueves, 2 de abril de 2009

Tu extraño Silencio

Ayer mi cabeza estaba por estallar, me sentía aturdido, incomprendido por ella, pensé que era una egoísta y que solo pensaba solamente en si misma, sentía un olvido de su parte, un rechazo interior y exteriormente. Su noticia me hizo delirar, alucinar, me di cuenta ayer que sus palabras me herían en lo más profundo de mí ser.

Me autoevalué y llegue a la simple conclusión que no era aquel que decía ser el hombre más macho entre todos, aquel que no sufría por un amor, que no lloraba por simples cosas, las mujeres eran un sinfín de descubrimientos para otros y saberes para mi. Aún me castigo a mi mismo con el pensamiento de ser yo el culpable, quiero tener algo en que pensar, aunque sea maldecirme mil veces, quiero ser el responsable de su ausencia esta mañana, y no enterarme por mis medios intelectuales que se acabo el amor entre los dos, que todos estos meses fueron solo un sueño que pronto acabo sin ninguna explicación, razón o simplemente excusa. Hoy mi habitación está internada en la oscura noche que veíamos ayer juntos, pero hay algo diferente y es que su cuerpo de piel lisa y sedosa, ya no está ahí esperándome con los brazos abiertos y un cariñoso Te quiero con sus labios delgados, que hacían querer estar todo un día completo inmersos en ellos. Aunque te sigo amando con todo tu silencio

- Me tengo que ir…y no me preguntes porque -