domingo, 17 de mayo de 2009

Dejamos

El sentido de nuestra relación se apagó en un sinfín de equivocaciones; sólo las cenizas yacen ahora en nuestro corazón. Las cenizas que nosotros mismos creamos, que nosotros hicimos aparecer y que se quedaron permanentemente.

Llegamos al punto final; al punto que conlleva a la culminación de una relación, donde ya nada es nuevo, nada es emocionante, y si acaso lo es, ya ni lo notamos. El punto en el cual convivimos por convivir, dormimos juntos porque es la rutina. Rutina, que es el temor de toda pareja, el peligro de un amor. Y la libertad es lo que se quiere en estos casos, la vemos como la única salvación a nuestro aparente calvario. Perdimos la esencia; el ingrediente necesario que hacia años atrás existía. Pero casi nunca nos atrevemos a dar el paso decisivo, ya sea para terminar por completo o para dar el paso de reconciliación. La costumbre es la reinante ahora. A lo mejor fue alguno de los dos que se tomo el tiempo de hacer todo un circo. No aprendimos a convivir. El amor en pareja no es nada fácil, hay que estar seguro de tomar esa decisión. No es lo mismo ser novios que esposos.

Dejamos de ser amantes, y pasamos a ser amigos…