lunes, 21 de octubre de 2013

Hoy

 

 
Hoy anhelo tu sonrisa coqueta y esos delgados labios que con su tenue color rosa me exigen un beso. Ansío tu espalda blanca, tus pechos pequeños y tu cintura perfecta. Extraño ser el descubridor de cada rincón de tu cuerpo, de cada centímetro de tu piel. Deseo, por enésima vez, quedarme encerrado en ti; ser un prisionero de tu olor, fragancia de los dioses. Perderme entre tus muslos, siempre ambiciosos de placer. Sentir tus uñas en mi espalda, mera expresión de un cuerpo que invita a más. Oír tus gemidos en mi oído, y que nuestros jadeos se confundan en una danza lujuriosa de placer, en el vaivén de dos cuerpos sedientos de un sentimiento incontrolable.

Y que al finalizar, solo espero que me sonrías cuando nuestra respiración agitada forme una unión en el aire y te quedes dormida sobre mi pecho desnudo, impacientes de tener el privilegio de vislumbrar un nuevo amanecer juntos.

jueves, 14 de marzo de 2013

Única.



El destino nos ha llevado a conocernos esta noche, en una sola velada. El baile nos guía con parsimonia, mientras una canción suave, de esas que agobian el alma, suena al fondo de la pista.  Te tomo con lentitud de la cintura, acerco mi cuerpo al tuyo con una timidez del que se adentra en terrenos desconocidos, tú colocas tus brazos sobre mis hombros y unes tus manos por detrás de mi cuello. Siento tu cálido aliento en mis facciones, te miro y sonrío; ruborizada porque nuestros rostros se encuentren a tan solo centímetros de distancia, bajas la cabeza. Apoyo la mía en tu hombro izquierdo, y comienzo a susurrar un tintineo que va al compás de la canción, tal cual música instrumental creada con la boca. Te sientes osada y me besas el cuello; me estremezco bajo el contacto de tus labios. Mientras mi piel erizada intenta no expresar el despertar de mi placer, levanto la cabeza y nos miramos. Tu piel morena causa en mí sensaciones extrañas. Tomamos valor y procedemos al tan anhelado contacto. Acercamos nuestras bocas con lentitud, apreciamos el instante en que sentimos la respiración del otro y nos atrevemos. Tu boca se abre a la mía y comenzamos un beso suave, que por instante incremente en intensidad, nos apretamos el uno al otro y notamos cuánto queríamos aquel acercamiento. Nos besamos como dos enamorados, encarcelados en una lujuria espontánea y en una atracción primeriza.

Solo horas han pasado desde nuestro encuentro, y ya me siento enjaulado en tu ser. Desde ahora solo quiero pertenecerte, y por ende ser fiel a tu piel.